26/4/10

MOCKUS : EL MUSSOLINI CRIOLLO

Para prosperar las sociedades modernas deben reemplazar la esclavizadora cultura estatista por la fértil cultura libertaria. La primera está basada en el poder monopolista y coercitivo del Estado y la segunda en la capacidad creativa, solidaria y liberadora de la sociedad civil.

En el mundo contemporáneo la ideología enemiga a muerte de la libertad individual y, por tanto, de la concepción libertaria, es el totalitarismo en sus diferentes grados y manifestaciones. El pensador Ludwig von Mises lo definió así: “El totalitarismo es la subordinación de la vida entera de cada individuo, de su trabajo y de su ocio, a las órdenes de quienes ocupan el poder. Consiste en la reducción del hombre a un diente de rueda de la máquina de coerción y compulsión que todo lo abarca (el Estado). Obliga al individuo a renunciar a cualquier actividad que no merezca la aprobación del gobierno. El totalitarismo mantiene al individuo sujeto de la rienda desde la matriz hasta la tumba... El Estado determina su trabajo, su dieta y sus placeres. El Estado le dice qué tiene que pensar y en qué tiene que creer”(1). El fascismo, una de las formas de esta ideología, “resulta de la tendencia del capitalismo monopolista a ‘organizar’ toda la vida social de modo totalitario”(2). El modelo clásico de fascismo es el italiano que dio inicio a su cruento y liberticida destino en 1920, cuando Benito Mussolini, el Duce, pronunció su famosa frase: “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”(3).

Hoy en Colombia, el candidato presidencial Antanas Mockus, al igual que Mussolini, quien también fue profesor, ha afirmado que su proyecto está centrado en la “cultura de la legalidad”, es decir, en la cultura estatista. Este planteamiento fascista ha sido persistente en Mockus. En un escrito en 2003 lo enunciaba claramente: “Cumplimiento irrestricto de la ley”(4). De esta manera el candidato Mockus ha dejado una intención manifiesta de fortalecer aún más el Estado mafioso colombiano. Cualquier rendija que le quede a la libertad individual pretende taparla, sometiendo al ciudadano a los designios de ese Estado expoliador y sus leyes. Mockus ignora impúdicamente lo que afirmara la filósofa Simone Weil: “La ‘máquina del Estado’ es opresiva por su misma naturaleza; sus engranajes no pueden funcionar sin moler a los ciudadanos; ninguna buena voluntad puede convertirlo en instrumento del bien público, no hay modo de impedir su opresión salvo quebrándolo”(5).

Lord Acton afirmaba que “la libertad es el supremo objetivo político”(6). “La libertad es un principio moral, enraizado en la misma naturaleza del hombre. Es, en concreto, un principio de justicia” (Rothbard). Por eso, la libertad individual, valor primordial del ser humano, sólo puede garantizarse en un sistema político justo, esto es, donde todas las leyes estén sometidas a la ética de la libertad, “pues sólo puede obligarnos lo que es justo, nunca lo que es legal” (Thoreau).

Por otro lado, la perversa afirmación de Mockus de que “estamos en una sociedad donde en parte todavía somos menores de edad”(7) nos recuerda que incluso Kant, considerado uno de los ideólogos del sistema estatista, esto es, la sociedad planificada por la legalidad impuesta por los dueños del poder económico o sinarquía, condenó esa ultrajante idea: “Un gobierno podría establecerse sobre el principio de la benevolencia hacia el pueblo, como la de un padre hacia sus hijos. Bajo tal ‘gobierno paternal’ (imperium paternale) los súbditos, como niños inmaduros que no pueden distinguir lo que les es verdaderamente útil o dañino, se verán obligados a comportarse en forma puramente pasiva y a depender del jefe del Estado. (...) Tal gobierno es el despotismo más grande que pueda concebirse”(8).

Como es evidente, el candidato Mockus, como cualquier Mussolini criollo, en todas sus declaraciones proclama la consigna fascista de “todo dentro de la ley, nada por fuera de la ley, nada contra la ley”. Sentencia que eufemísticamente está utilizando como eslogan de su campaña presidencial con la fórmula de “la legalidad democrática”.


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NOTAS:

1. Ludwig von Mises, Burocracia. Unión Editorial, Madrid, 1974, págs. 32 y 33; 2. Tom Bottomore, Diccionario del Pensamiento Marxista. Editorial Tecnus, Madrid, 1984, pág. 312; 3. Dalmacio Negro, La tradición liberal y el Estado. Unión Editorial, Madrid, pág. 231; 4. Análisis Político No. 48, enero-abril de 2003, página 9; 5. Simone Weil, Opresión y libertad. Editorial Suramericana, Buenos Aires, 1957, pág. 176; 6. Murray Rothbard, La ética de la libertad. Unión Editorial, Madrid, 1995, pág. 346; 7. El Espectador, 25 de abril de 2010, Pág. 42, “¿Del zurriago a la Palmeta?” de Carolina Sanín; 8. Tomado de Leonard Schapiro, El Totalitarismo. Fondo de Cultura Económica, México, 1981, pág. 48.

Bogotá, abril 26 de 2010