LA POLÍTICA AGRARIA SANTISTA : UN GENOCIDIO
Diana Duque Gómez
La abyecta y lucrativa sumisión de la ralea gobernante colombiana ante
la sinarquía* mundial dueña de todos los aparatos de control, que imponen sus
políticas genocidas y ecocidas para apropiarse de los alimentos y de los
recursos naturales, como la Organización Mundial del Comercio, OMC, explica el
engaño sistemático contra el campesinado colombiano perpetrado por Juan Manuel
Santos, actual presidente de Colombia, y sus predecesores, quienes han obedecido
conscientemente las directrices de la OMC que buscan acabar con el campesinado
y su tradicional, autosuficiente, diversa y bella producción natural de comida,
patentando la producción de alimentos que
obliga al uso de los devastadores agroquímicos
y de las letales semillas transgénicas, cuyas patentes pertenecen a grandes
corporaciones monopolistas como Monsanto, Nestlé, Unilever, Cargill, Dow
Agrosciences, etc.
Veamos. Colombia como miembro de la Organización Mundial del Comercio,
OMC, está comprometida a cometer crímenes como los siguientes:
El gobierno colombiano no puede proteger a sus campesinos: “Si cualquier país intenta proteger sus
mercados locales, la totalidad de la comunidad mundial (entiéndase la sinarquía
y sus corporaciones) tiene derecho a rebelarse contra sus ‘políticas
proteccionistas’”.
Colombia no puede tener reservas de alimentos, esto incluye las semillas
de costal u orgánicas: “Como indica el economista William Engdahl en The Seeds of Destruction (‘Semillas de
destrucción’): Las normas de la OMC
afirman que las naciones deben eliminar sus reservas de alimentos, quitarles
aranceles sobre las importaciones y las exportaciones de productos
alimentarios, y dejar de intervenir para apoyar a su sector agrícola interior,
todo ello bajo la espléndida racionalización de que semejantes medidas a favor
de la nación serían prácticas ‘que distorsionarían el comercio’, lo que
dificultaría los ‘derechos’ de libre mercado de las corporaciones globales. Hoy
en día una séptima parte de la población mundial carece de comida suficiente.
En estas circunstancias, se puede relacionar
a la OMC con crímenes contra la humanidad más que con un debate
académico sobre economía” (1).
La mejor forma de eliminar el campesinado es monopolizar la comida y
para esto es necesario “arrebatar el control de la producción de alimentos a
los agricultores independientes y depositarlo en manos de corporaciones
gigantescas” (2).
Sólo desacatando y actuando por fuera de las imposiciones de lesa
humanidad de la OMC y rechazando de raíz los engaños y las palabras mentirosas
de lacayos como Juan Manuel Santos y su pandilla podrá el pueblo colombiano
recuperar su independencia alimentaria tradicional acorde con la naturaleza y,
por tanto, salvar lo más vital para Colombia: su campesinado, sus tierras, sus aguas
y su belleza natural.
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* Sinarquía: elite propietaria del capital financiero, de los monopolios,
de las corporaciones y del Estado.
NOTAS:
1. Daniel Estulin, El club de los
inmortales. Ediciones B.S.A. Barcelona, 2013, págs. 64 y 65.
2. Ídem., pág. 56.
Bogotá, abril 27 de 2014