26/8/15

EL DETERMINADOR DE LA GUERRA IRREGULAR ESTALINISTA EN COLOMBIA



Diana Duque Gómez

Lo que hace legítimo un régimen no son ni los títulos

históricos ni la aclamación popular, sino únicamente

el respeto que muestra por la libertad del hombre.

George Burdeau

Mientras el carácter ideológico de la guerra irregular subversiva que azota a Colombia no se comprenda a cabalidad, la nación seguirá desangrándose y finalmente perderá su ya precario sistema de libertades mientras la subversión de estirpe leninista-estalinista continua avanzando hacia la conformación de un Estado totalitario, esclavista, en contubernio nefando con el espurio gobierno Santos, un gobierno protervo en estado crónico de imbecilidad moral.

Esta es una guerra irregular resultante de la contradicción ideológica, antagónica e irreconciliable, entre la libertad y la esclavitud, entre el orden espontáneo libertario y el totalitarismo de estirpe leninista-estalinista o comunismo, una ideología archicriminal de lesa humanidad.


El liberalismo verdadero o libertarismo, que discurre con el orden natural de las cosas, es la concepción del mundo surgida del valor primordial del ser humano: la libertad individual, sin la cual la humanidad no puede evolucionar y cuya consecuencia natural es la libertad económica, cuyo pilar es la propiedad privada no monopolista. En torno a esta libertad, el Premio Nobel Milton Friedman afirmó: “La libertad económica acelera el crecimiento económico, reduce la pobreza y promueve otras libertades. Todas las naciones que están detrás del terrorismo global carecen de libertad económica”. Por eso lord Acton afirmaba categóricamente que “la libertad es el supremo objetivo político” (1). Sólo un sólido sistema libertario respeta, garantiza e incrementa las libertades.

El totalitarismo, como lo definió el pensador liberal Ludwig von Mises “es la subordinación de la vida entera de cada individuo, de su trabajo y de su ocio, a las órdenes de quienes ocupan el poder. Consiste en la reducción del hombre a un diente de rueda de la máquina de coerción y compulsión que todo lo abarca (el Estado). Obliga al individuo a renunciar a cualquier actividad que no merezca la aprobación del gobierno. El totalitarismo mantiene al individuo sujeto de la rienda desde la matriz hasta la tumba… El Estado es a la vez su guardián y su patrono. El Estado determina su trabajo, su dieta y sus placeres. El Estado le dice qué tiene que pensar y en qué tiene que creer” (2).

Así, el comunismo leninista-estalinista es una concepción de la dominación y del poder total sobre el individuo, a través del miedo, una  forma de esclavitud cuya característica principal es el terror: nadie está a salvo del poder totalitario. Esta ideología criminal, esclavista y genocida, se impuso a través de la más pavorosa y generalizada violencia, de asesinatos en masa, de gulags, de toda clase de crímenes como lo expone la investigación del Libro Negro del Comunismo, llegando a la conclusión de que la política del terror comunista “fue sistemática, organizada, pensada y puesta en funcionamiento contra grupos enteros de la sociedad” (3). Como señala Von der Heydte, en una guerra irregular comunista, “el terror es una demostración de poder, el poder de una minoría activa y resuelta, decidida a hacer lo que sea para lograr sus objetivos” (4).

Para aniquilar la libertad individual, el comunismo o socialismo necesita tener el poder del Estado y sus leyes perversas para desde allí, con el monopolio de la violencia y del terror, acabar la propiedad privada y así ejercer unos controles económicos y sociales absolutos. Por eso, todas las formas de totalitarismo son rabiosamente estatistas y sacralizan el Estado por encima de todo.

Una de las herramientas del totalitarismo de izquierda, comunista o socialista, para conquistar el poder del Estado es la guerra irregular. Esta guerra no tiene limitaciones y utiliza la táctica de la combinación de todas las formas de lucha, legales e ilegales, que van desde el terrorismo hasta la “defensa” de los derechos humanos y el “pacifismo”; desde la guerra de guerrillas hasta el “ecologismo” y la participación electoral como “izquierda democrática”, etc. Hoy en Colombia, el falaz “Proceso de paz” santista con la subversión totalitaria en La Habana hace parte de la táctica leninista de la combinación de todas las formas de lucha.

Desde hace décadas Colombia padece la agresión atroz de una liberticida y genocida guerra irregular desatada por una subversión totalitaria de izquierda que ha instaurado la esclavitud del miedo en vastas zonas del país a través del terror. Día a día el colombiano indefenso es víctima de cualquiera de los actos terroristas que tipifican la guerra irregular totalitaria como el genocidio, el secuestro, la desaparición, la tortura, las mutilaciones, el asesinato, el reclutamiento forzado, el despojo, las violaciones sexuales, el sabotaje, la extorsión, etc., etc. Todas estas actividades terroristas que a diario son cometidas sistemáticamente por la subversión armada en nombre de una ideología política de lesa humanidad, en su conjunto,  han sido calificadas como “crímenes sin nombre” por considerarse que son de una gravedad inmensamente superior a los delitos comunes consagrados en las legislaciones penales ordinarias.

Pero el determinador, el autor intelectual de la subversión armada, en particular de las FARC, es el Partido Comunista Colombiano -que inexplicablemente se encuentra en la legalidad- con todos sus tentáculos y aliados, como son en la actualidad el Polo Democrático Alternativo, la Marcha Patriótica, el Movimiento Progresistas, el Partido Alianza Verde, el Movimiento Visionarios por Colombia, la Alianza Social Indígena, la Unión Patriótica, las ONGs, los curas de la teología de la liberación, periodistas, columnistas, profesores, jueces y fiscales, etc., y en general toda la llamada “izquierda democrática” que también se encuentra en la Unión Nacional Santista, el Partido Liberal y en algunos sectores tránsfugas del Partido Conservador. Como es obvio, en esta red se encuentran  los otros grupos de la izquierda armada como el ELN.

EVIDENCIAS HISTORICAS

Como lo afirman los mismos comunistas en  el  libro Treinta años de lucha del Partido Comunista de Colombia, “ a fines de 1922, estimulados por la consolidación de la revolución socialista soviética, y al calor de las nuevas luchas sociales de nuestro pueblo, empezaron a reorganizarse los núcleos revolucionarios en diferentes regiones. (…)

“Tales núcleos mantuvieron relaciones con la Internacional Comunista, a la que pidió su admisión el Partido Socialista Revolucionario (germen del Partido Comunista)…

“En febrero de 1929, la Internacional Comunista dirigió al Partido Socialista Revolucionario una carta abierta de singular importancia… y aconsejó su transformación gradual en Partido Comunista de Colombia, mediante la adopción de los principios organizativos e ideológicos del marxismo-leninismo… Al cabo de algún tiempo declararon constituido el Partido Comunista de Colombia.

“La Internacional decía en su carta que era preciso organizar el Partido como un Partido de clase y absolutamente independiente y distinto de los demás por toda su ideología, su programa y sus métodos de lucha” (5).

De esta manera, continúan narrando en su historia oficial que “a mediados de 1930, después del triunfo de la candidatura de Olaya Herrera que dio nueva vida al partido liberal, llegó a Bogotá una delegación de la Internacional Comunista, que encontró al socialismo revolucionario en trance de liquidación porque la abrumadora mayoría de sus antiguos miembros, en el fondo liberales, se habían apresurado a reincorporarse al liberalismo en ascenso.

“La delegación de la Internacional Comunista (Komintern) gestionó la convocatoria de una reunión plenaria del Comité Central del Partido Social Revolucionario, a la que por asistir delegados de algunas regiones se dio el nombre de Pleno Ampliado. Este pleno, con la ayuda de los representantes de la Internacional… y tras vencer algunas vacilaciones y resistencias, decidió declarar fundado el Partido Comunista de Colombia “(6).

Complementa el Partido Comunista Colombiano, PCC, en su propio relato histórico: “la Internacional Comunista, Komintern, ayudó ideológicamente al surgimiento de los Partidos Comunistas en varios países, entre ellos el nuestro” (7).

 Es bueno aclarar que la Komintern fue la organización comunista internacional, fundada en 1919 por iniciativa de Lenin y el Partido Comunista de Rusia (Bolchevique), que agrupaba a los partidos comunistas de 41 países, y cuyo objetivo era la lucha por la realización del socialismo, como primer paso a la sociedad comunista. Y para ello, como señala Tom Bottomore, “todos los partidos que quisieran afiliarse tenían que combinar la actividad legal con la ilegal, incluida la propaganda en el seno del ejército… Exigía una disciplina de hierro y el mayor grado posible de centralización bajo la égida de los partidos, que, a su vez, estarían subordinados nacional e internacionalmente a la ejecutiva de la Komintern” (8). Para Anne Applebaum, “la Komintern es un organismo dedicado a derrocar los regímenes capitalistas, según las directrices leninistas… En la práctica, como ha escrito Richard Pipes, la Komintern constituyó una ‘declaración de guerra a todos los gobiernos existentes’” (9).

El fin de la Segunda Guerra Mundial trajo consigo la expansión terrorista del totalitarismo soviético lo que motivó la guerra fría. A pesar de haber acabado en 1943 la Komintern, su política de la revolución internacional continuó. Como narra Anne Applebaum, “Durante un período muy breve, entre 1945 y 1953, pareció que la URSS conseguiría convertir las muy distintas naciones de Europa del Este en una región ideológica y políticamente homogénea… En esa época, el ‘Telón de Acero’ era mucho más que una metáfora: muros, vallas y alambradas separaban literalmente la Europa del Este de la del Oeste”. En Polonia, Hungría, Alemania, Checoslovaquia, Rumania y Bulgaria, la llegada del Ejército Rojo constituyó una brutal invasión, con sus saqueos, expropiaciones, violaciones masivas, etc. “El Ejército Rojo dejó una increíble devastación a su paso. Cuando describen lo sucedido, muchos hablan de una ‘nueva invasión mongola’, refiriéndose a la magnitud de la violencia sin precedentes” (10). Así, la Unión Soviética seguía en su ofensiva férrea de imponer regímenes comunistas en todo el mundo, no sólo en Europa sino también a África, Asia y Latinoamérica.

 De esta manera vemos claramente cómo desde sus orígenes el llamado Partido Comunista Colombiano posee una concepción totalitaria leninista-estalinista y estuvo sometido a los intereses expansionistas de la URSS.

 Siguiendo la historia, para la década del 50, según el libro Los Dividendos de la Mentira, “el Partido Comunista Colombiano buscó un acercamiento a los jefes bandoleros (guerrilleros liberales surgidos después del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán. N. de la a.) y empleó todos los medios a su disposición con el fin de ganar su conciencia y granjearse su simpatía política y de este modo enfilarlos hacia la línea del adoctrinamiento comunista.

“Gracias a este duro pero productivo trabajo mental, los comunistas, desde el Comité Central, ubicado en la ciudad de Bogotá, y gracias al apoyo económico e ideológico que fluía de Moscú, dirigieron actividades en diversas regiones… como El Davis, Riochiquito, El Pato, Guayabero y Marquetalia. (…)

“Cabe resaltar aquí que Manuel Marulanda Vélez y el ‘Mayor Ciro’ condujeron la resistencia armada en Cunday y Villarica (Tolima), en representación de los bandoleros que no querían desmovilizarse mediante el proceso de paz propuesto por el general Rojas, porque para la fecha ya se hallaban, como se dijo, transbordados ideológicamente por el PCC. (…)

“Manuel Marulanda Vélez fue autorizado para ejercer el control territorial en las zonas agrarias; así por ejemplo, toda persona que deseara ingresar a ellas debía mostrar la respectiva identificación, que consistía en un carné  expedido por el PCC –modalidad que luego impondrían en el área de distensión (creada durante el gobierno de Andrés Pastrana. N. de la a.)- (…) Los datos recopilados en la región de Marquetalia daban cuenta que Marulanda había tomado la costumbre de ordenar asesinar a todos aquellos que no se acogieran a las normas por él trazadas. Es decir, la doctrina violenta del comunismo ortodoxo no se hizo esperar, implantando allí su escenario de persecución y terror, hoy expandido a lo largo y ancho de la geografía patria” (11).

En 1966 se reúne la 2ª Conferencia Guerrillera del Bloque Sur, de donde nacen las FARC, brazo armado del Partido Comunista: “El 25 de mayo de 1966, con cerca de un centenar de delegados de las agrupaciones en armas y por determinación unánime de los asistentes, se resolvió crear las FARC, con el fin de integrar en agrupaciones guerrilleras de tipo moderno a los combatientes de Marquetalia, Oriente del Huila, Caquetá, Río-Chiquito, 26 de Septiembre, Guayabero y zona sur del Tolima” (12).

La declaración política emanada de esta 2ª Conferencia concluye así:

“… los destacamentos guerrilleros del bloque sur, nos hemos unido en esta Conferencia y constituido las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que iniciarán una nueva etapa de lucha y de unidad con todos los revolucionarios de nuestro país… para impulsar la lucha de las grandes masas hacia la insurrección popular y la toma del poder.

“En virtud de la declaración anterior, las FARC se reorganizan en 4 agrupaciones al mando de Manuel Marulanda Vélez (Tirofijo), miembro del Comité Central del Partido Comunista…” (13).

Por eso en entrevista con Marta Harnecker, el jefe histórico del Partido Comunista Colombiano, Gilberto Vieira, afirma: “…del 50 (1950) en adelante, el partido elabora su orientación táctica que hemos llamado la combinación de todas las formas de lucha” (14). Corroborando esto, el mismo Gilberto Vieira declaró categóricamente en otra entrevista: “El hecho real es que el Partido Comunista participa en la lucha armada, tiene una organización, las FARC” (15). Y Jacobo Arenas, cabecilla de las FARC, en relación con esto especificó: “La existencia del Partido Comunista dentro del movimiento guerrillero permite consolidar una dirección colectiva, que elabora una línea de trabajo” (16).

La creación y dirección de las FARC por el PCC, partes esenciales de la izquierda colombiana, también fue confesada por el fallecido Jacobo Arenas, comisario político de las FARC y miembro del Comité Central del PCC (17), en el prólogo del libro El Origen de las Guerrillas, cuando afirma: “Marulanda (Tirofijo) pone en evidencia el papel dirigente del Partido Comunista… recalca la necesidad de atenerse a la línea política del destacamento de vanguardia de la revolución colombiana: el Partido Comunista”(18).

La historia de la guerra irregular desatada por la subversión totalitaria muestra de manera fehaciente la praxis de uno de los principales lineamientos leninistas- estalinistas en los cuales es el Partido el que dicta las orientaciones doctrinales, así como diseña las formas de organización y elabora las tácticas de lucha. De esta manera: “el Décimo Congreso del PCC y la Segunda Conferencia de las FARC (25 de abril y 5 de mayo de 1966) se realizaron en forma conjunta en la región de Sumapaz (Cundinamarca) y en el Duda, departamento del Meta, respectivamente. En ellas participaron la totalidad del Comité Central del PCC y todo el Estado Mayor de las FARC. Este hecho se puede calificar de trascendental… por cuanto el PCC tomó de nuevo las riendas en la conducción directa de la organización armada. (…)

“Entre las principales conclusiones y los acuerdos emanados de estos eventos figuran:

“La ratificación, por parte de la cumbre de subversivos, de la idea de la toma del poder…

“La aceptación definitiva de la combinación de formas de lucha” (19).

Años después el Partido Comunista Colombiano, PCC, remarca su posición leninista- estalinista y en declaración emanada del XV Congreso del Partido Comunista, realizado del 12 al 15 de diciembre de 1988,  reafirma la táctica de la combinación de todas las formas de lucha: “… reiteramos el criterio de que la combinación de todas las formas de lucha de masas debe ser adecuada” (20).

Es tan férreo en el PCC el dogma leninista de la combinación de las formas de lucha que en 1986 fue asesinado por las FARC, “actuando en nombre del Partido”, José Cardona Hoyos, uno de los más destacados dirigentes del Partido Comunista Colombiano y miembro de su Comité Central desde 1949, por haber manifestado en ese momento su desacuerdo con la táctica de la combinación de formas de lucha, tal como lo narra su propio hijo José Cardona Jiménez en carta dirigida al secretariado de las FARC en La Habana el 15 de febrero de 2015 (21).

Sobre el PCC, padre de las FARC, y su máximo cabecilla histórico ya fallecido Gilberto Vieira, la connotada promotora de las ideas comunistas Marta Harnecker en 1988 escribió apologéticamente: “Desde hace 41 años Gilberto Vieira ha encabezado la dirección del único partido marxista en América Latina que durante más de tres décadas ha impulsado el desarrollo de grupos armados en el campo al mismo tiempo que desarrolla una lucha política legal y semilegal” (22).

Así, el 13 de enero de 2012, Timoleón Jiménez alias Timochenko, actual máximo dirigente de las FARC, en carta dirigida a  Medófilo Medina,  reafirmó  la táctica leninista de la combinación de las formas de lucha: “Desde nuestro nacimiento las FARC hemos concebido el acceso al poder como una cuestión de multitudes en agitación y movimiento. Así como con la táctica de la combinación de las formas de lucha definimos que no desdeñamos ninguna de las vías que las clases dominantes nos permitan u obliguen a emplear” (23)

Recordemos que Timoleón Jiménez alias Timochenko (24), y la mayoría de los miembros del Secretariado de este grupo armado se formaron en la Juventud Comunista (JUCO), organismo del PCC.

Y hace pocos días, el 18 de agosto de 2015, Nelson Lombana Silva, miembro del Comité Central del Partido Comunista (25) subraya de nuevo la directriz leninista: “Todas las distintas formas de lucha que el pueblo se ha inventado históricamente para resistir y enfrentar el enemigo de clase son válidas. Tienen un valor determinante en un momento determinado. Es más: no pierden vigencia” (26).

 Sobre el papel dirigente de los partidos comunistas en la lucha armada, el general Vo Nguyen Giap, quien fuera el jefe del Ejército Popular de la República Democrática de Vietnam y considerado uno de los mayores estrategas militares de la guerra irregular comunista, refiriéndose al Partido Comunista Indochino (prosoviético) –actual Partido de los Trabajadores de Vietnam- afirmó: “la dirección del Partido es la clave que garantiza al ejército las condiciones que le permitirán mantener su carácter de clase. Debe realizarse en el terreno político: llevar la línea y la política del Partido al ejército a fin de hacer de este el instrumento fiel del Partido en la realización de sus tareas revolucionarias. Debe realizarse en el plano ideológico: inculcar al ejército la ideología de la clase obrera, el marxismo-leninismo, que debe ser la guía de nuestro ejército en todas sus acciones y su único pensamiento director. (…)

“El primer principio fundamental en la organización de nuestro ejército es la necesidad imperiosa de colocar al ejército bajo la dirección del Partido, y de fortalecer sin cesar la dirección del Partido. El partido es el fundador, el organizador y el educador del ejército” (27).

Por su parte quien fuera vicepresidente de China y jefe del Ejército Rojo en la época de Mao Tse Tung, el mariscal Lin Piao, explicó: “Guiado por el pensamiento del camarada Mao Tse-Tung sobre la construcción del ejército popular, nuestro ejército actuaba bajo la dirección absoluta del Partido Comunista de China y ejecutaba con toda fidelidad la línea y la política marxista-leninista del Partido” (28).

Sin duda, de acuerdo con lo expuesto, la atroz guerra irregular estalinista que ha padecido Colombia a través de las FARC durante los últimos cincuenta y un años ha sido dirigida y organizada por el Partido Comunista Colombiano con la complicidad solapada o abierta de la izquierda nacional e internacional, incluido el dictador estalinista de Venezuela, perseguidor genocida de colombianos, Nicolás Maduro.

Ante las actuales circunstancias de traición a la libertad de la nación colombiana y de entrega del país al esclavismo estalinista en nombre de la “paz” santista, los colombianos deben emprender ya, sin vacilaciones, una ofensiva radical, una agresión defensiva, por su libertad amenazada de muerte y, por tanto, contra el contubernio gobernante Santos-PCC-FARC.
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Notas:

1. Murray Rothbard, La ética de la libertad. Unión Editorial, Madrid, 1995, pág. 346; 2. Ludwig von Mises, Burocracia. Unión Editorial, Madrid, 1974, págs. 32 y 33; 3. Stephane Courtois y otros, El libro negro del comunismo. Editorial Planeta, Barcelona, 1998, pág. 101; 4. Friedrich August von der Heydte, La guerra irregular moderna. Eir de Colombia, Bogotá, 1987, pág. 187; 5. Treinta años de lucha del Partido Comunista de Colombia, Ediciones Paz y Socialismo, Bogotá, 1960, págs. 12, 16 y 17; 6. Ídem., pág. 21; 7. Ídem., pág. 60; 8. Tom Bottomore, Diccionario del pensamiento marxista. Editorial Tecnos, Madrid, 1984, pág. 416; 9. Anne Applebaum, El telón de acero. Penguin Random House Editorial, Bogotá, 2015, pág. 88; 10. Ídem., págs. 28 y 70; 11. Álvaro Ospina y Luis Antonio Castibáñez, Los dividendos de la mentira. Edición Universidad Sergio Arboleda, Bogotá, 2002, Págs. 28, 30, 36, 95, 96 y 100; 12. Germán Guzmán, La violencia en Colombia (Parte descriptiva). Ediciones Progreso, Cali, 1968, pág. 469; 13. Ídem., pág. 471; 14. Marta Harnecker, Combinación de todas las formas de lucha. Ediciones Suramérica, Bogotá, 1988, pág. 77; 15. Umberto Valverde, Colombia tres vías a la revolución. Círculo Rojo Editores, Bogotá, 1973, pág. 57; 16. Teniente coronel Luis Alberto Villamarìn, La selva roja. Impreso en Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1997, pág. 221; 17. Ídem., pág. 207; 18. Ídem., pág. 201; 19. Álvaro Ospina Ramírez y Luis Antonio Santibáñez, Los dividendos de la mentira, Edición Universidad Sergio Arboleda, Bogotá, 2002, págs. 102 y 103;    20. Semanario Voz, diciembre 22 de 1988, Suplemento, pág. 3;  21.   http://www.las2orillas.co/por-que-las-farc-mataron-mi-padre-era-hombre-de-izquierda/   ;   22.   Marta Harnecker, Combinación de todas las formas de lucha. Ediciones Sudamérica, Bogotá, 1988, pág. 5;    23.
http://www.prensarural.org/spip/spip.php?article7176 ; 24. Revista Semana, mayo 17 de 2015, “Timochenko en La Habana”; 25.  http://www.semanariovoz.com/2015/07/10/conferencia-de-organizacion-del-partido-comunista-en-ibague/   ;         26. http://www.pacocol.org/index.php/comite-regional/tolima/14969-la-complejidad-de-la-lucha-politica  ;  27. General Giap, Guerra del pueblo, ejército del pueblo. Serie Popular Era, México, 1971, págs. 121 y 122; 28. Lin Piao, Viva el triunfo de la guerra popular. Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín, pág. 46 y 47.

Bogotá, 26 de agosto de 2015



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