Diana
Duque Gómez
Lo que hace legítimo un régimen no
son ni los títulos
históricos ni la aclamación popular,
sino únicamente
el respeto que muestra por la
libertad del hombre.
George
Burdeau
Mientras el carácter
ideológico de la guerra irregular subversiva que azota a Colombia no se
comprenda a cabalidad, la nación seguirá desangrándose y finalmente perderá su
ya precario sistema de libertades mientras la subversión de estirpe leninista-estalinista
continua avanzando hacia la conformación de un Estado totalitario, esclavista,
en contubernio nefando con el espurio gobierno Santos, un gobierno protervo en
estado crónico de imbecilidad moral.
Esta es una guerra
irregular resultante de la contradicción ideológica, antagónica e
irreconciliable, entre la libertad y la esclavitud, entre el orden espontáneo
libertario y el totalitarismo de estirpe leninista-estalinista o comunismo, una
ideología archicriminal de lesa humanidad.
El liberalismo verdadero o
libertarismo, que discurre con el orden natural de las cosas, es la concepción
del mundo surgida del valor primordial del ser humano: la libertad individual,
sin la cual la humanidad no puede evolucionar y cuya consecuencia natural es la
libertad económica, cuyo pilar es la propiedad privada no monopolista. En torno
a esta libertad, el Premio Nobel Milton Friedman afirmó: “La libertad económica
acelera el crecimiento económico, reduce la pobreza y promueve otras
libertades. Todas las naciones que están detrás del terrorismo global carecen
de libertad económica”. Por eso lord Acton afirmaba categóricamente que “la
libertad es el supremo objetivo político” (1). Sólo un sólido sistema
libertario respeta, garantiza e incrementa las libertades.
El totalitarismo, como lo
definió el pensador liberal Ludwig von Mises “es la subordinación de la vida
entera de cada individuo, de su trabajo y de su ocio, a las órdenes de quienes
ocupan el poder. Consiste en la reducción del hombre a un diente de rueda de la
máquina de coerción y compulsión que todo lo abarca (el Estado). Obliga al
individuo a renunciar a cualquier actividad que no merezca la aprobación del
gobierno. El totalitarismo mantiene al individuo sujeto de la rienda desde la
matriz hasta la tumba… El Estado es a la vez su guardián y su patrono. El
Estado determina su trabajo, su dieta y sus placeres. El Estado le dice qué
tiene que pensar y en qué tiene que creer” (2).
Así, el comunismo
leninista-estalinista es una concepción de la dominación y del poder total
sobre el individuo, a través del miedo, una
forma de esclavitud cuya característica principal es el terror: nadie
está a salvo del poder totalitario. Esta ideología criminal, esclavista y
genocida, se impuso a través de la más pavorosa y generalizada violencia, de
asesinatos en masa, de gulags, de toda clase de crímenes como lo expone la
investigación del Libro Negro del Comunismo, llegando a la conclusión de que la
política del terror comunista “fue sistemática, organizada, pensada y puesta en
funcionamiento contra grupos enteros de la sociedad” (3). Como señala Von der
Heydte, en una guerra irregular comunista, “el terror es una demostración de
poder, el poder de una minoría activa y resuelta, decidida a hacer lo que sea
para lograr sus objetivos” (4).
Para aniquilar la libertad
individual, el comunismo o socialismo necesita tener el poder del Estado y sus
leyes perversas para desde allí, con el monopolio de la violencia y del terror,
acabar la propiedad privada y así ejercer unos controles económicos y sociales
absolutos. Por eso, todas las formas de totalitarismo son rabiosamente
estatistas y sacralizan el Estado por encima de todo.
Una de las herramientas
del totalitarismo de izquierda, comunista o socialista, para conquistar el
poder del Estado es la guerra irregular. Esta guerra no tiene limitaciones y
utiliza la táctica de la combinación de todas las formas de lucha, legales e
ilegales, que van desde el terrorismo hasta la “defensa” de los derechos
humanos y el “pacifismo”; desde la guerra de guerrillas hasta el “ecologismo” y
la participación electoral como “izquierda democrática”, etc. Hoy en Colombia,
el falaz “Proceso de paz” santista con la subversión totalitaria en La Habana
hace parte de la táctica leninista de la combinación de todas las formas de
lucha.
Desde hace décadas
Colombia padece la agresión atroz de una liberticida y genocida guerra
irregular desatada por una subversión totalitaria de izquierda que ha
instaurado la esclavitud del miedo en vastas zonas del país a través del terror.
Día a día el colombiano indefenso es víctima de cualquiera de los actos
terroristas que tipifican la guerra irregular totalitaria como el genocidio, el
secuestro, la desaparición, la tortura, las mutilaciones, el asesinato, el
reclutamiento forzado, el despojo, las violaciones sexuales, el sabotaje, la
extorsión, etc., etc. Todas estas actividades terroristas que a diario son
cometidas sistemáticamente por la subversión armada en nombre de una ideología
política de lesa humanidad, en su conjunto,
han sido calificadas como “crímenes sin nombre” por considerarse que son
de una gravedad inmensamente superior a los delitos comunes consagrados en las
legislaciones penales ordinarias.
Pero el determinador, el
autor intelectual de la subversión armada, en particular de las FARC, es el
Partido Comunista Colombiano -que
inexplicablemente se encuentra en la legalidad- con todos sus tentáculos y
aliados, como son en la actualidad el Polo Democrático Alternativo, la Marcha
Patriótica, el Movimiento Progresistas, el Partido Alianza Verde, el Movimiento
Visionarios por Colombia, la Alianza Social Indígena, la Unión Patriótica, las ONGs,
los curas de la teología de la liberación, periodistas, columnistas,
profesores, jueces y fiscales, etc., y en general toda la llamada “izquierda
democrática” que también se encuentra en la Unión Nacional Santista, el Partido
Liberal y en algunos sectores tránsfugas del Partido Conservador. Como es
obvio, en esta red se encuentran los
otros grupos de la izquierda armada como el ELN.
EVIDENCIAS HISTORICAS
Como lo afirman los mismos
comunistas en el libro Treinta años de lucha del Partido Comunista
de Colombia, “ a fines de 1922, estimulados por la consolidación de la
revolución socialista soviética, y al calor de las nuevas luchas sociales de
nuestro pueblo, empezaron a reorganizarse los núcleos revolucionarios en
diferentes regiones. (…)
“Tales núcleos mantuvieron
relaciones con la Internacional Comunista, a la que pidió su admisión el
Partido Socialista Revolucionario (germen del Partido Comunista)…
“En febrero de 1929, la
Internacional Comunista dirigió al Partido Socialista Revolucionario una carta
abierta de singular importancia… y aconsejó su transformación gradual en
Partido Comunista de Colombia, mediante la adopción de los principios
organizativos e ideológicos del marxismo-leninismo… Al cabo de algún tiempo
declararon constituido el Partido Comunista de Colombia.
“La Internacional decía en
su carta que era preciso organizar el Partido como un Partido de clase y absolutamente
independiente y distinto de los demás por toda su ideología, su programa y sus
métodos de lucha” (5).
De esta manera, continúan
narrando en su historia oficial que “a mediados de 1930, después del triunfo de
la candidatura de Olaya Herrera que dio nueva vida al partido liberal, llegó a
Bogotá una delegación de la Internacional Comunista, que encontró al socialismo
revolucionario en trance de liquidación porque la abrumadora mayoría de sus
antiguos miembros, en el fondo liberales, se habían apresurado a reincorporarse
al liberalismo en ascenso.
“La delegación de la
Internacional Comunista (Komintern) gestionó la convocatoria de una reunión
plenaria del Comité Central del Partido Social Revolucionario, a la que por
asistir delegados de algunas regiones se dio el nombre de Pleno Ampliado. Este
pleno, con la ayuda de los representantes de la Internacional… y tras vencer
algunas vacilaciones y resistencias, decidió declarar fundado el Partido
Comunista de Colombia “(6).
Complementa el Partido
Comunista Colombiano, PCC, en su propio relato histórico: “la Internacional
Comunista, Komintern, ayudó ideológicamente al surgimiento de los Partidos Comunistas
en varios países, entre ellos el nuestro” (7).
Es bueno aclarar que la Komintern fue la
organización comunista internacional, fundada en 1919 por iniciativa de Lenin y
el Partido Comunista de Rusia (Bolchevique), que agrupaba a los partidos
comunistas de 41 países, y cuyo objetivo era la lucha por la realización del
socialismo, como primer paso a la sociedad comunista. Y para ello, como señala
Tom Bottomore, “todos los partidos que quisieran afiliarse tenían que combinar
la actividad legal con la ilegal, incluida la propaganda en el seno del
ejército… Exigía una disciplina de hierro y el mayor grado posible de centralización
bajo la égida de los partidos, que, a su vez, estarían subordinados nacional e
internacionalmente a la ejecutiva de la Komintern” (8). Para Anne Applebaum,
“la Komintern es un organismo dedicado a derrocar los regímenes capitalistas,
según las directrices leninistas… En la práctica, como ha escrito Richard
Pipes, la Komintern constituyó una ‘declaración de guerra a todos los gobiernos
existentes’” (9).
El fin de la Segunda
Guerra Mundial trajo consigo la expansión terrorista del totalitarismo soviético
lo que motivó la guerra fría. A pesar de haber acabado en 1943 la Komintern, su
política de la revolución internacional continuó. Como narra Anne Applebaum,
“Durante un período muy breve, entre 1945 y 1953, pareció que la URSS
conseguiría convertir las muy distintas naciones de Europa del Este en una
región ideológica y políticamente homogénea… En esa época, el ‘Telón de Acero’
era mucho más que una metáfora: muros, vallas y alambradas separaban
literalmente la Europa del Este de la del Oeste”. En Polonia, Hungría,
Alemania, Checoslovaquia, Rumania y Bulgaria, la llegada del Ejército Rojo constituyó
una brutal invasión, con sus saqueos, expropiaciones, violaciones masivas, etc.
“El Ejército Rojo dejó una increíble devastación a su paso. Cuando describen lo
sucedido, muchos hablan de una ‘nueva invasión mongola’, refiriéndose a la
magnitud de la violencia sin precedentes” (10). Así, la Unión Soviética seguía
en su ofensiva férrea de imponer regímenes comunistas en todo el mundo, no sólo
en Europa sino también a África, Asia y Latinoamérica.
De esta manera vemos claramente cómo desde sus
orígenes el llamado Partido Comunista Colombiano posee una concepción
totalitaria leninista-estalinista y estuvo sometido a los intereses
expansionistas de la URSS.
Siguiendo la historia, para la década del 50,
según el libro Los Dividendos de la Mentira, “el Partido Comunista Colombiano
buscó un acercamiento a los jefes bandoleros (guerrilleros liberales surgidos
después del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán. N. de la a.) y
empleó todos los medios a su disposición con el fin de ganar su conciencia y
granjearse su simpatía política y de este modo enfilarlos hacia la línea del
adoctrinamiento comunista.
“Gracias a este duro pero
productivo trabajo mental, los comunistas, desde el Comité Central, ubicado en
la ciudad de Bogotá, y gracias al apoyo económico e ideológico que fluía de
Moscú, dirigieron actividades en diversas regiones… como El Davis, Riochiquito,
El Pato, Guayabero y Marquetalia. (…)
“Cabe resaltar aquí que
Manuel Marulanda Vélez y el ‘Mayor Ciro’ condujeron la resistencia armada en
Cunday y Villarica (Tolima), en representación de los bandoleros que no querían
desmovilizarse mediante el proceso de paz propuesto por el general Rojas,
porque para la fecha ya se hallaban, como se dijo, transbordados
ideológicamente por el PCC. (…)
“Manuel Marulanda Vélez
fue autorizado para ejercer el control territorial en las zonas agrarias; así
por ejemplo, toda persona que deseara ingresar a ellas debía mostrar la
respectiva identificación, que consistía en un carné expedido por el PCC –modalidad que luego impondrían
en el área de distensión (creada durante el gobierno de Andrés Pastrana. N. de
la a.)- (…) Los datos recopilados en la región de Marquetalia daban cuenta que
Marulanda había tomado la costumbre de ordenar asesinar a todos aquellos que no
se acogieran a las normas por él trazadas. Es decir, la doctrina violenta del
comunismo ortodoxo no se hizo esperar, implantando allí su escenario de
persecución y terror, hoy expandido a lo largo y ancho de la geografía patria”
(11).
En 1966 se reúne la 2ª
Conferencia Guerrillera del Bloque Sur, de donde nacen las FARC, brazo armado
del Partido Comunista: “El 25 de mayo de 1966, con cerca de un centenar de
delegados de las agrupaciones en armas y por determinación unánime de los
asistentes, se resolvió crear las FARC, con el fin de integrar en agrupaciones
guerrilleras de tipo moderno a los combatientes de Marquetalia, Oriente del
Huila, Caquetá, Río-Chiquito, 26 de Septiembre, Guayabero y zona sur del
Tolima” (12).
La declaración política
emanada de esta 2ª Conferencia concluye así:
“… los destacamentos
guerrilleros del bloque sur, nos hemos unido en esta Conferencia y constituido
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que iniciarán una nueva
etapa de lucha y de unidad con todos los revolucionarios de nuestro país… para
impulsar la lucha de las grandes masas hacia la insurrección popular y la toma
del poder.
“En virtud de la
declaración anterior, las FARC se reorganizan en 4 agrupaciones al mando de
Manuel Marulanda Vélez (Tirofijo), miembro del Comité Central del Partido
Comunista…” (13).
Por eso en entrevista con
Marta Harnecker, el jefe histórico del Partido Comunista Colombiano, Gilberto
Vieira, afirma: “…del 50 (1950) en adelante, el partido elabora su orientación
táctica que hemos llamado la combinación de todas las formas de lucha” (14).
Corroborando esto, el mismo Gilberto Vieira declaró categóricamente en otra
entrevista: “El hecho real es que el Partido Comunista participa en la lucha
armada, tiene una organización, las FARC” (15). Y Jacobo Arenas, cabecilla de
las FARC, en relación con esto especificó: “La existencia del Partido Comunista
dentro del movimiento guerrillero permite consolidar una dirección colectiva,
que elabora una línea de trabajo” (16).
La creación y dirección de
las FARC por el PCC, partes esenciales de la izquierda colombiana, también fue
confesada por el fallecido Jacobo Arenas, comisario político de las FARC y
miembro del Comité Central del PCC (17), en el prólogo del libro El Origen de
las Guerrillas, cuando afirma: “Marulanda (Tirofijo) pone en evidencia el papel
dirigente del Partido Comunista… recalca la necesidad de atenerse a la línea
política del destacamento de vanguardia de la revolución colombiana: el Partido
Comunista”(18).
La historia de la guerra
irregular desatada por la subversión totalitaria muestra de manera fehaciente
la praxis de uno de los principales lineamientos leninistas- estalinistas en
los cuales es el Partido el que dicta las orientaciones doctrinales, así como
diseña las formas de organización y elabora las tácticas de lucha. De esta
manera: “el Décimo Congreso del PCC y la Segunda Conferencia de las FARC (25 de
abril y 5 de mayo de 1966) se realizaron en forma conjunta en la región de
Sumapaz (Cundinamarca) y en el Duda, departamento del Meta, respectivamente. En
ellas participaron la totalidad del Comité Central del PCC y todo el Estado
Mayor de las FARC. Este hecho se puede calificar de trascendental… por cuanto
el PCC tomó de nuevo las riendas en la conducción directa de la organización
armada. (…)
“Entre las principales
conclusiones y los acuerdos emanados de estos eventos figuran:
“La ratificación, por
parte de la cumbre de subversivos, de la idea de la toma del poder…
“La aceptación definitiva
de la combinación de formas de lucha” (19).
Años después el Partido
Comunista Colombiano, PCC, remarca su posición leninista- estalinista y en
declaración emanada del XV Congreso del Partido Comunista, realizado del 12 al
15 de diciembre de 1988, reafirma la
táctica de la combinación de todas las formas de lucha: “… reiteramos el
criterio de que la combinación de todas las formas de lucha de masas debe ser
adecuada” (20).
Es tan férreo en el PCC el
dogma leninista de la combinación de las formas de lucha que en 1986 fue
asesinado por las FARC, “actuando en nombre del Partido”, José Cardona Hoyos,
uno de los más destacados dirigentes del Partido Comunista Colombiano y miembro
de su Comité Central desde 1949, por haber manifestado en ese momento su
desacuerdo con la táctica de la combinación de formas de lucha, tal como lo
narra su propio hijo José Cardona Jiménez en carta dirigida al secretariado de
las FARC en La Habana el 15 de febrero de 2015 (21).
Sobre el PCC, padre de las
FARC, y su máximo cabecilla histórico ya fallecido Gilberto Vieira, la connotada
promotora de las ideas comunistas Marta Harnecker en 1988 escribió
apologéticamente: “Desde hace 41 años Gilberto Vieira ha encabezado la
dirección del único partido marxista en América Latina que durante más de tres
décadas ha impulsado el desarrollo de grupos armados en el campo al mismo
tiempo que desarrolla una lucha política legal y semilegal” (22).
Así, el 13 de enero de
2012, Timoleón Jiménez alias Timochenko, actual máximo dirigente de las FARC,
en carta dirigida a Medófilo
Medina, reafirmó la táctica leninista de la combinación de las
formas de lucha: “Desde nuestro nacimiento las FARC hemos concebido el acceso
al poder como una cuestión de multitudes en agitación y movimiento. Así como con
la táctica de la combinación de las formas de lucha definimos que no desdeñamos
ninguna de las vías que las clases dominantes nos permitan u obliguen a
emplear” (23)
Recordemos que Timoleón
Jiménez alias Timochenko (24), y la mayoría de los miembros del Secretariado de
este grupo armado se formaron en la Juventud Comunista (JUCO), organismo del
PCC.
Y hace pocos días, el 18
de agosto de 2015, Nelson Lombana Silva, miembro del Comité Central del Partido
Comunista (25) subraya de nuevo la directriz leninista: “Todas las distintas
formas de lucha que el pueblo se ha inventado históricamente para resistir y enfrentar
el enemigo de clase son válidas. Tienen un valor determinante en un momento
determinado. Es más: no pierden vigencia” (26).
Sobre el papel dirigente de los partidos
comunistas en la lucha armada, el general Vo Nguyen Giap, quien fuera el jefe del
Ejército Popular de la República Democrática de Vietnam y considerado uno de
los mayores estrategas militares de la guerra irregular comunista, refiriéndose
al Partido Comunista Indochino (prosoviético) –actual Partido de los
Trabajadores de Vietnam- afirmó: “la dirección del Partido es la clave que
garantiza al ejército las condiciones que le permitirán mantener su carácter de
clase. Debe realizarse en el terreno político: llevar la línea y la política
del Partido al ejército a fin de hacer de este el instrumento fiel del Partido
en la realización de sus tareas revolucionarias. Debe realizarse en el plano
ideológico: inculcar al ejército la ideología de la clase obrera, el
marxismo-leninismo, que debe ser la guía de nuestro ejército en todas sus
acciones y su único pensamiento director. (…)
“El primer principio
fundamental en la organización de nuestro ejército es la necesidad imperiosa de
colocar al ejército bajo la dirección del Partido, y de fortalecer sin cesar la dirección del Partido. El partido es el
fundador, el organizador y el educador del ejército” (27).
Por su parte quien fuera
vicepresidente de China y jefe del Ejército Rojo en la época de Mao Tse Tung,
el mariscal Lin Piao, explicó: “Guiado por el pensamiento del camarada Mao
Tse-Tung sobre la construcción del ejército popular, nuestro ejército actuaba
bajo la dirección absoluta del Partido Comunista de China y ejecutaba con toda
fidelidad la línea y la política marxista-leninista del Partido” (28).
Sin duda, de acuerdo con
lo expuesto, la atroz guerra irregular estalinista que ha padecido Colombia a
través de las FARC durante los últimos cincuenta y un años ha sido dirigida y
organizada por el Partido Comunista Colombiano con la complicidad solapada o
abierta de la izquierda nacional e internacional, incluido el dictador
estalinista de Venezuela, perseguidor genocida de colombianos, Nicolás Maduro.
Ante las actuales
circunstancias de traición a la libertad de la nación colombiana y de entrega
del país al esclavismo estalinista en nombre de la “paz” santista, los
colombianos deben emprender ya, sin vacilaciones, una ofensiva radical, una agresión
defensiva, por su libertad amenazada de muerte y, por tanto, contra el
contubernio gobernante Santos-PCC-FARC.
_____
Notas:
1. Murray Rothbard, La
ética de la libertad. Unión Editorial, Madrid, 1995, pág. 346; 2. Ludwig
von Mises, Burocracia. Unión Editorial, Madrid, 1974, págs. 32 y 33; 3.
Stephane Courtois y otros, El libro negro del comunismo. Editorial Planeta,
Barcelona, 1998, pág. 101; 4. Friedrich August von der Heydte, La guerra
irregular moderna. Eir de Colombia, Bogotá, 1987, pág. 187; 5. Treinta años de
lucha del Partido Comunista de Colombia, Ediciones Paz y Socialismo, Bogotá,
1960, págs. 12, 16 y 17; 6. Ídem., pág. 21; 7. Ídem., pág. 60; 8. Tom
Bottomore, Diccionario del pensamiento marxista. Editorial Tecnos, Madrid,
1984, pág. 416; 9. Anne Applebaum, El telón de acero. Penguin Random House
Editorial, Bogotá, 2015, pág. 88; 10. Ídem., págs. 28 y 70; 11. Álvaro Ospina y
Luis Antonio Castibáñez, Los dividendos de la mentira. Edición Universidad
Sergio Arboleda, Bogotá, 2002, Págs. 28, 30, 36, 95, 96 y 100; 12. Germán Guzmán,
La violencia en Colombia (Parte descriptiva). Ediciones Progreso, Cali, 1968, pág.
469; 13. Ídem., pág. 471; 14. Marta Harnecker, Combinación de todas las formas
de lucha. Ediciones Suramérica, Bogotá, 1988, pág. 77; 15. Umberto Valverde,
Colombia tres vías a la revolución. Círculo Rojo Editores, Bogotá, 1973, pág.
57; 16. Teniente coronel Luis Alberto Villamarìn, La selva roja. Impreso en
Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1997, pág. 221; 17. Ídem., pág. 207; 18. Ídem., pág.
201; 19. Álvaro Ospina Ramírez y Luis Antonio Santibáñez, Los dividendos de la
mentira, Edición Universidad Sergio Arboleda, Bogotá, 2002, págs. 102 y
103; 20. Semanario Voz, diciembre 22
de 1988, Suplemento, pág. 3; 21. http://www.las2orillas.co/por-que-las-farc-mataron-mi-padre-era-hombre-de-izquierda/ ; 22. Marta
Harnecker, Combinación de todas las formas de lucha. Ediciones Sudamérica, Bogotá,
1988, pág. 5; 23.
http://www.prensarural.org/spip/spip.php?article7176 ;
24. Revista
Semana, mayo 17 de 2015, “Timochenko en La Habana”; 25. http://www.semanariovoz.com/2015/07/10/conferencia-de-organizacion-del-partido-comunista-en-ibague/ ; 26. http://www.pacocol.org/index.php/comite-regional/tolima/14969-la-complejidad-de-la-lucha-politica ; 27.
General Giap, Guerra del pueblo, ejército del pueblo. Serie Popular Era,
México, 1971, págs. 121 y 122; 28. Lin Piao, Viva el triunfo de la guerra
popular. Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín, pág. 46 y 47.
Bogotá, 26 de agosto de 2015
Hola Diana, ¿todavía andas por acá?
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