17/2/10

CRÍMENES SIN NOMBRE DEL NARCOESTADO

Diana Duque Gómez

Las revelaciones de la revista Cambio sobre “Néstor Caro, un extraditable que se paseaba como Pedro por su casa en el DAS”1, evidencian una vez más el contubernio –llamado eufemísticamente “infiltración”- del narcotráfico con el gobierno central, en este caso con un organismo que depende íntima y directamente del presidente Álvaro Uribe, su policía secreta. El informe dice que Caro es “un narcotraficante oriundo de Yopal, Casanare”, “cabeza de una organización de narcotraficantes del Llano y amigo de Miguel Arroyave hasta la muerte de éste”2.

Sobre Miguel Arroyave, “el señor de los líquidos”, quien estaba solicitado en extradición, es significativo recordar la curiosa pregunta que El Tiempo le hizo en una entrevista: “¿Usted conoce a José Roberto Arango, asesor del presidente Álvaro Uribe? ¿Es cierto que usted se entrevista con él y que él lo recibe en el Palacio de Nariño?”3. Diciente pregunta. Obviamente Arroyave respondió que no. Agrega Cambio que “las autoridades comprobaron que Néstor Ramón Caro o Felipe o El Duro, logró ponerse el falso ropaje paramilitar al lado de Javier Zuluaga Lindo, Gordo Lindo, y los hermanos Víctor Manuel y Miguel Ángel Mejía Múnera (Los Mellizos), después de pagar varios millones de dólares por el pasaporte de ingreso a Ralito. Los investigadores tienen la certeza de que Caro habría comprado por tres millones de dólares la franquicia de un grupo paramilitar que perteneció a Miguel Arroyave”4.

En este punto es necesario aclarar que una cosa son los grupos libertarios de legítima defensa antisubversiva o antitotalitaria, enemigos naturales de los estalinistas FARC y ELN, y otra muy diferente los ejércitos del narcotráfico cuyos capos principales reunidos en Santa Fe de Ralito fueron protegidos, exonerados y sus bienes legalizados por Uribe y su ley de “Justicia y Paz”. Sobre esto Doble Cero, comandante de un grupo de legítima defensa antisubversiva, el Bloque Metro, asesinado el 28 de mayo de 2004 en Santa Marta, en una entrevista para la revista Cromos explicó: “Las autodefensas se dividieron entre narcos y no narcos... Los narcos son los que maneja Don Berna”5. Como se sabe Don Berna lideró los acuerdos con el gobierno de Uribe desde Santa Fe de Ralito.

Dentro de este contexto, el señalado capo Miguel Arroyave y sus amigos en Los Llanos, con sus ejércitos, apoyados por los “infiltrados” en el gobierno de Uribe desataron una guerra de exterminio contra el pueblo del sur del Casanare –un verdadero genocidio- porque en dicha región existían grupos de legítima defensa antisubversiva que se negaban a colaborar con el narcotráfico y a participar en la mesa de negociaciones del uribista cartel de Santa Fe de Ralito. Esto muy probablemente provocó la reconocida iracundia de Uribe, quien se hizo el de la vista gorda para permitir que se consumara la masacre.

Al respecto, en su columna del 26 de septiembre de 2004, publicada en El Tiempo, Alfonso López Michelsen escribió: “Quienes forman parte del Gobierno difícilmente podrán apreciar la ola de rumores que circulan acerca de los secretos de éste. El número de muertos en Casanare es uno de ellos. Como es sabido, un enfrentamiento entre los propios paramilitares ha ocasionado bajas en ambas filas, que los uniformados calculan en más de 1.500 hombres. Los comunicados son esencialmente parcos y nuestras referencias provienen de los pilotos de los aviones en que son transportados los cadáveres, o de los camiones repletos de muertos, que hacen escala en las fincas aledañas a los escenarios en donde se cumplen las batallas”.

De este tipo de crímenes sin nombre secundados o perpetrados por el narcoestado uribista poco se entera la intimidada y desinformada opinión nacional.

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NOTAS:
1. Revista Cambio, 17 al 24 de abril de 2006 No. 668, págs. 20, 22 y 25.
2. Ídem., pág. 25.
3. www.bloquecentauros.org/detalle.php?id=107 .
4. Revista Cambio, No. 668, pág. 23.
5. Revista Cromos No.4465 de septiembre 5 de 2003.

Artículo publicado en La Otra Verdad Periodismo Investigativo No. 016 de mayo de 2006.

1 comentario:

  1. que tristeza de argumentos, que pobreza de pensamiento

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